21 de noviembre, 2024
Actualidad

Monseñor Ariel Torrado Mosconi, quien fuera obispo de la Diócesis de Santiago del Estero entre 2008 y 2015, actual obispo de 9 de Julio, no quiso estar ausente de la histórica jornada que vivió la iglesia santiagueña el fin de semana pasado.

Con su cordialidad característica, dialogó con LA COLUMNA y recordó que Jorge Bergoglio, mucho antes de convertirse de convertirse en el papa Francisco, solía decir que la diócesis primada tendría que ser Santiago del Estero.

 

-Sin dudas, ésta es una ocasión muy especial para toda la Iglesia, sobre todo para los santiagueños, usted que ha sido pastor de esta casa, ¿cómo lo está viviendo?

-Con una gran felicidad, un consuelo muy grande. En mi ordenación como Obispo, en 2008, el cardenal Bergoglio -en ese momento arzobispo de Buenos Aires-, mientras estábamos en la Catedral de Buenos Aires, me dijo: “Vas para Santiago. ¡Qué injusticia! Debiera ser la diócesis primada del país, la primera diócesis del país”. Bueno, pasaron los años y hoy estamos aquí.

Hace dos años más o menos tuve la oportunidad de visitarlo en Roma el Santo Padre y entonces, un poco cargándolo, después de hablar sobre diversas cosas de mi Diócesis, no sé cómo salió la conversación sobre Santiago y entonces le digo: “Usted, cuando era arzobispo de Buenos Aires dijo es que la diócesis de Santiago del Estero debiera ser la diócesis primada y ahora es el papa, así que puede hacerlo”. Si bien ahí no me contestó nada, se ve que él lo llevaba en el corazón.

 

-Es una clara muestra del afecto que el papa Francisco le tiene a Santiago del Estero.

-Esto es un signo muy especial del cariño, del afecto que tiene el papa por Santiago del Estero, siempre lo ha tenido. Yo he tenido ocasión de conversar muchas veces con el cardenal Bergoglio en ese entonces y él me mostraba el cariño que tenía por el pueblo santiagueño, por la iglesia santiagueña. Sin dudas se está, de algún modo, reparando históricamente algo que debiera haber sido siempre porque, de hecho, la primera diócesis en el actual territorio nacional fue la de Santiago del Estero, que después se traslada a Córdoba y entonces pierde esa presencia de la sede del obispo. Pero ahora, este paso es algo muy importante y muy hermoso.

 

- ¿Qué le podría decir a los santiagueños que no le dan la real importancia que tiene este hecho?

-Sin duda, este primado es como una distinción honorífica, no es algo jurisdiccional sino más bien algo espiritual. En realidad, el Papa nos está llamando a todos a una renovación espiritual, en este caso del pueblo santiagueño. Usted sabe que en el Evangelio se dice “el que quiera ser el primero que se haga el último de todos y el servidor de todos”. El primero es el primero en la caridad. Yo a los niños les suelo decir: “Si querés ser grande y querés ser el primero en tu casa, tenés que ser el primero en levantarte de la mesa para servir a tus hermanitos, para servir a tus padres”. Bueno, así también debe ser para nosotros, como santiagueños, tener esa alegría de que al ser distinguida como diócesis primada nos está llamando el Santo Padre a renovar ese deseo de vivir el evangelio cada vez con mayor profundidad.

 

-Cuando la noticia del traspaso tomó estado público se habló de posibles rispideces con la iglesia de Buenos Aires. Fue una lectura grosera, pero de la que muchos se hicieron eco.

-Sí, fue una lectura política, que nada tiene que ver absolutamente con el deseo del Santo Padre. Al contrario, lo que nos llama el Papa siempre es a la unidad, a la unidad de todos los argentinos, a que conformemos realmente una patria de hermanos y que superemos todas las diferencias.

Además, si hay alguien porteño es el Papa porque él nació en Buenos Aires, le gusta escuchar el tango y es bien porteño. Sin embargo, él valora mucho el interior, la riqueza de nuestro país, que tiene una diversidad cultural tan hermosa. Y Santiago tiene una riqueza en su cultura muy, muy, muy grande, que el Papa siempre ha reconocido. Así que nada que ver con una interpretación política o una interpretación de otra índole, sino que aquí se trata de una verdad histórica y un signo del afecto, del cariño que el Papa tiene por Santiago.

 

-Usted se ganó el cariño de los santiagueños durante su paso por esta tierra. ¿Qué siente cada vez que vuelve a Santiago?

 

-Yo llegué a Santiago, por primera vez, en diciembre del año 2008, después de haber sido ordenado obispo y entonces algunas señoras que se estaban abanicando en algunos parajes, pueblos del interior de la provincia, me decían: “Mire que Santiago no tiene riendas pero sujeta”. Hacía un calor muy grande y había mosquitos, y yo me preguntaba: “¿Será así?”. Y evidentemente que sí. La verdad, siento la alegría de venir cada año y uno siente esa añoranza por este pueblo, como cantan las chacareras.

 

 

 

 

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