16 de abril, 2025
Nota de Portada

El 18 de noviembre de 2010 se encontró el cadáver calcinado de un niño. Era Agustín Yancovich, un pequeño de 11 años perteneciente a la comunidad gitana. A casi 15 años del hecho, la justicia parece haberse olvidado por completo del atroz homicidio.

El viernes 12 de noviembre, Agustín Yancovich salió muy temprano de su casa, que compartía con su familia y con gran parte de la comunidad gitana. Desde muy temprana edad había aprendido a ganarse la vida en la calle, vendiendo todo tipo de productos, desde bolsas de residuos hasta estampitas.

Todo valía a la hora de conseguir dinero. Su vida no era como la de otros niños de su edad. Prácticamente no conocía la escuela. Más allá que tenía padres y hermanos, la calle era la mejor compañera de sus días.

Aunque sus ausencias diurnas eran una constante en su forma de vida, no ocurría lo mismo durante la noche, cuando solía regresar a su hogar, ubicado en Monteagudo y Bolivia de La Banda, y contar todas las aventuras y travesuras de su jornada. Sin embargo, esta vez era diferente. Fueron corriendo las horas y el pequeño no regresaba. Lo buscaron en los lugares que solía frecuentar, preguntaron aquí y allá, pero nadie sabía nada sobre el paradero del menor. A primera hora del sábado 13, sus padres hicieron la denuncia de la desaparición ante la Comisaría del Menor, y continuaron con su búsqueda.

Alguien les dijo que lo habían visto ascender a un remís. Luego se supo que el remisero lo había dejado al frente mismo de su casa. Otros contaron que lo habían visto con “Dame diez”, un adolescente de 14 años, con quien mantenía un contacto fluido. Incluso, llegaron a decirles que estaba siendo retenido en el barrio Villa Griselda por una banda dedicada a la explotación de niños, que había sido drogado y no podía escapar por su estado de inconciencia. Alguien aseguró haberlo visto ascender a un colectivo con destino a la zona de Forres y Fernández.

Lo cierto es que nada volvió a saberse de Agustín… por lo menos hasta el atardecer del jueves 18 de noviembre. En aquél momento, el cuerpo calcinado de un niño fue hallado en un predio ubicado detrás de la escuela Normal, con similares características físicas a las de Agustín.

En aquella jornada, los investigadores se vieron desbordados ante la macabra escena descubierta por una joven pareja.

En un tanque australiano de grandes dimensiones, en medio del predio abandonado, ubicado entre las calles Uriarte, Alberdi, San Carlos y Borges, prácticamente en pleno centro de la ciudad bandeña. Allí se encontraron restos del cuerpo de un niño, que habría sido incinerado en el lugar, luego cubierto con piedras y tierras.

En ese momento, la peor de las presunciones comenzó a volverse realidad.

Si bien los Yancovich se presentaron en el lugar, totalmente desbordados y desesperados ante la posibilidad que el cuerpo encontrado fuere el de Agustín, el estado de los restos hacía imposible identificarlo a simple vista.

Sin embargo, todas las pistas apuntaban directamente al gitanito.

 

DEMASIADAS SIMILITUDES

La autopsia confirmó que se trataba de un niño, que murió a consecuencia del hundimiento de cráneo por acción mecánica; o sea, debido a un fuerte golpe en su cabeza. Y el calcinamiento de los restos se produjo luego de su muerte.

Además, se precisó que el cuerpo correspondía a un menor de edad, de entre 11 y 15 años aproximadamente, y que llevaba por lo menos 96 horas sin vida al momento de ser encontrado.

Para los investigadores policiales y judiciales existía más del 80% de posibilidades que el niño muerto sea efectivamente Agustín Yancovich. Esta presunción estaría dada por las similitudes físicas entre los restos óseos de uno y otro, como ser el largo de los huesos, que determinarían una estatura equivalente a la del pequeño desaparecido. Además, el número de calzado también sería coincidente, al igual que el tono de su piel, clara en ambos casos.

Para despejar todas las dudas, la justicia ordenó la realización de exámenes de ADN a los padres del niño para cotejarlos con el de los restos calcinados. Sin embargo, la madre se negó a practicar esas pruebas, pues aseguraba que no podía ser su hijo. Para ella, el menor había sido secuestrado.

Los resultados de las pruebas de ADN fueron contundentes. El cuerpo del niño mutilado pertenecía a Agustín Yancovich, a quien todos llamaban simplemente “el gitanito”.

 

AJUSTE DE CUENTAS

Desde el principio, a los investigadores los desvelaba determinar quién mató al niño y los motivos del crimen.

En ese momento, la primera teoría que se barajó era la de un ajuste de cuentas, debido a las actividades que realizaba el padre del niño, Salvador Yancovih. Aparentemente, el hombre que se dedicaba a la compra venta de automóviles, habría realizado un par de maniobras que perjudicaron a varias personas, entre ellos, otros miembros de la comunidad romaní.

Siguiendo esta pista, el niño habría sido secuestrado y asesinado, a modo de enviarle un mensaje mafioso a su padre, para que no traicione a sus pares.

Sin embargo, todos los jefes de los distintos clanes descartaron absolutamente tal teoría, debido a que las costumbres gitanas tienden a cuidar a las familias y, fundamentalmente, a sus niños. Además, cuando existía un asunto a resolver, se lo haría a través de un enfrentamiento personal, sin interponer a terceras personas en el medio.

 

DISPUTA DE MENORES

A partir de la caída de esta versión, las hipótesis comenzaron a girar en otro sentido: las actividades del niño.

Las pesquisas permitieron determinar que Agustín se movía en el círculo de niños y adolescentes que deambulan constantemente las calles. Casi todos ellos estaban en contacto permanente con las sustancias prohibidas, como estupefacientes y otro tipo de drogas ilícitas, a las que tendrían fácil acceso.

Entre estos menores eran constantes las rivalidades, tanto para conseguir la “merca” como para proclamarse líderes de sus respectivos grupos. Las peleas y la violencia física también serían una conducta repetida entre los jovencitos, quienes no dudaban en resolver sus disputas directamente a los golpes. Precisamente, en ese contexto se presumía que Agustín habría perdido la vida.

Otra de las pistas firmes apuntaba a que Agustín habría comenzado una disputa verbal con “Dame diez”, pelea que habría sido presenciada por otro niño, conocido como “Rosquetero”. Todos ellos en estado de alucinación por el consumo de pegamentos, y en un lugar cercano al predio adyacente a la escuela Normal. Rápidamente los gritos e insultos se convirtieron en piñas y patadas. Esa versión apuntaba a que uno de los menores lo habría golpeado desde atrás con un hierro o un palo -elemento lo suficientemente contundente como para derribarlo- que dio de lleno en su cabeza. Al ver pasar los minutos y sin que Agustín se levante, se habrían dado cuenta que estaba muerto. Ante ello, lo habrían trasladado hacia el predio donde finalmente fue encontrado.

Sin embargo, esta hipótesis también fue descartada.

 

FAMILIA EN LA MIRA

Luego de una amplia investigación y una serie de pesquisas, casi un año después del crimen, el 13 de septiembre de 2011, el juez Ramón Gómez ordenó la detención de toda la familia del niño, procesándolos como autores del crimen. Salvador y Rosa Yancovich, padres del niño, más sus hermanos María Rosa, Aída, Cristian y Leonardo y su cuñada Marina, quedaron tras las rejas.

El 21 de marzo de 2012, la Cámara de Apelaciones en lo Criminal y Correccional, integrada por Abelardo Basbús, Gustavo Herrera y Luis Lugones, decretó la nulidad de los procesamientos, a causa de vicios legales en la causa. Sin embargo, aun cuando todos esperaban la inmediata liberación de los Yancovich, esto no sucedió.

La nueva jueza de la causa, Dra. Ana María Rodríguez, volvió a dictar el procesamiento de la familia del niño, por considerarlos autores del homicidio doblemente calificado por el vínculo y alevosía.

Antes de dictar su resolución, la magistrada habría tenido en cuenta varios aspectos del procedimiento. Entre ellos, los resultados negativos de las pistas aportadas por la defensa de los detenidos, que apuntaban a que Agustín habría sido asesinado por un grupo de adolescentes callejeros, en una noche de alcohol y apuestas.

Más aún, la jueza habría tomado en consideración que las defensas sólo habrían solicitado do estudios forenses del menor y climáticos, sin haber ejercido otro tipo de medidas.

De modo tal que, si la defensa no solicitó contrapruebas ni elementos más contundentes, volvió a quedar firme el argumento del fiscal, principalmente con respecto a la actitud asumida por los Yancovich, quienes concluyeron con la búsqueda del menor mucho antes que las pruebas de ADN determinasen que el niño calcinado era Agustín, entre otras actitudes que tomó la familia luego del crimen.

Además de ello, la fiscalía habría establecido que todos los procesados estuvieron en la casa familiar entre la medianoche del 12 de noviembre y la madrugada del 13, período en el que el menor habría sido brutalmente golpeado y asesinado en el interior de su domicilio.

 

LA DEFENSA

Entre los fundamentos de la defensa, se esgrimió que, en el domicilio de los Yancovich, donde –a entender del fiscal y el juez instructor- se habría asesinado al niño, fue allanado en diversas oportunidades y nunca se encontró una prueba incriminatoria. Sin embargo, el juez habría señalado que Agustín murió en forma violenta, en esa casa, entre la noche del 11 de noviembre y la madrugada del día 12.

No obstante, los defensores señalaron que tampoco quedó acreditado que el niño haya llegado a su domicilio aquél día, a las 22.30, por cuanto el chofer de un remís boletero lo dejó a unas 2 cuadras de la vivienda familiar y nadie vio si iba para allá o se dirigía a otro lugar. 

El eje central de la defensa giraba en torno al tiempo de muerte del niño que no coincidiría con la fijada por la jueza. El peritaje de parte habría determinado que la exposición del cuerpo al aire libre, con total luminosidad del sol por cielo despejado, con temperaturas que superaron los 30 grados, humedad ambiente entre el 40 y 60 %, más la presión barométrica, fueron aceleradores del proceso de descomposición.

A todo ello se sumó la presencia de larvas de mosca, cuya data era de entre 24 a 72 horas al momento de la muerte. Lo que determina que la muerte del niño se habría producido entre el 15 y 16 de noviembre, fecha que no coincide con la fijada por la jueza Rodríguez.

 

TESTIMONIOS REFUTADOS

Al contrario, la instrucción se basó en el testimonio de un vecino de los acusados, con frondoso prontuario, quien habría confiado que iba a la casa de los Yancovich, a “sacarles plata” por información sobre el paradero del niño. Esta persona sostenía que Agustín había sido secuestrado y obligado a vender droga. Sin embargo, como una “devolución de favores” con un investigador policial, cambió su testimonio y comprometió a los Yancovich.

De igual manera, los defensores refutaron el testimonio del vecino que sostuvo haber escuchado gritos de auxilio de un menor que provenían de la casa de los gitanos, y que minutos más tarde vio a una camioneta y a un par de personas arrastrando una bolsa que luego fue depositada en la caja del vehículo. La defensa dijo que ese testigo vive a 90 metros del portón y que su relato es impreciso. Además, señalaron que un gitano nunca pide “auxilio” ni “socorro”, sino que hablan en su dialecto.

Asimismo, el Dr. Emiliano Aguirre (h) sostuvo que “para juzgarlos, hay que conocer sus costumbres, que fueron discriminados por ser gitanos, que los gitanos no tienen tierras, ni diputados nacionales, ni senadores, ni siquiera ministros, no aportan ni tienen jubilación, pero son nuestros hermanos santiagueños, tan argentinos como nosotros”.

 

LIBRES

Tras 15 meses de prisión preventiva, se “advirtió” que Cristian tenía 15 años al momento de producirse la muerte de su hermanito y, por lo tanto, era inimputable. A raíz de ello, se dictó su sobreseimiento total y definitivo de Cristian.

Por su parte, durante la audiencia, el fiscal Guillermo Lozano solicitó que se confirme el procesamiento y la prisión preventiva de los imputados. Mientras que la defensa de la familia, representada por José Antonio Azar y José Luis Chavan (h), a los que posteriormente se sumó Emiliano Aguirre (h), solicitó la falta de mérito en favor de sus representados, por no haber pruebas en su contra.

El 13 de diciembre de 2012 el juez Marcelo Bernasconi concedió el arresto domiciliario para las mujeres Yancovich, incluso para Aída, quien dio a luz mientras estaba detenida.

El 12 de agosto de 2013, la Cámara de Apelaciones y de Control Penal dictó la falta de mérito para todos los imputados por el crimen de Agustín.

En su alegato, el presidente de la Cámara, Dr. Basbús sostuvo que no se encontraba acreditado el lugar del crimen del menor, además que las otras pruebas que no eran suficientes para que la familia Yancovich continuasen detenidos.

 

“NO TENÍAN PRUEBAS EN CONTRA NUESTRA”

En aquél momento, el padre de Agustín dijo que “al fin se hizo justicia”. Regreso a mi casa y me falta un hijo, me lo asesinaron. Es un dolor muy grande que tengo, a eso le sumo la angustia que me causó permanecer preso injustamente”.

Asimismo, sostuvo que estuvo “mal juzgado por la Justicia, preso con toda mi familia, mientras el asesino de mi hijo se reía de mí y de ellos, por lo que hacían, no tenían pruebas en contra nuestra y dejaron a nuestros hijos chicos solos”.

A la vez, Salvador Yancovich señaló que “no tengo idea quién pudo ser el autor de la brutal masacre, porque de la manera en la que asesinaron a mi hijo, habla de una crueldad terrible. Si sospecharía de alguien iría a la Justicia y contaría, porque quiero que mi hijo descanse en paz”.

 

¿CÓMO VAMOS A MATAR A NUESTRO PROPIO HIJO?

En igual sentido, el padre del niño asesinado dijo que “no creo en un ajuste de cuenta porque yo no le debo nada a nadie. Hay gente que me debe plata a mí por la venta de autos, aparte yo no tengo enemigos, no le hago mal a nadie”.

Sobre la acusación en su contra, el hombre señaló que “no sé en qué se basaron para detenernos. Desde el primer día que desapareció mi hijo nosotros radicamos la denuncia, nos presentamos en la policía cada vez que nos pedían, teníamos una abogada, pero que en realidad nunca hizo nada y de la noche a la mañana nos detuvieron, sin saber por qué”.

Mientras que Rosa, mamá de Agustín, cuestionó “¿cómo vamos a matar a nuestro propio hijo? Matarlo, tirarlo en la basura y quemarlo, ¿qué padre, qué madre puede hacer ese trabajo? Una madre sabe lo que es tener un hijo 9 meses en el vientre, amamantarlo durante años ¿cómo vamos a hacer lo que hicieron con nuestro hijo?”.

Asimismo, la mujer cuestionó a la justicia, diciendo que “la fiscal me decía que lo habíamos matado porque él no traía plata. ¿Cómo voy a hacer todo lo que le hicieron al él por plata? Yo soy su madre”.

 

NUEVO PEDIDO DE DETENCIÓN

Casi dos meses después de la liberación de la familia Yancovich, el 9 de octubre de 2013, la Dra. Norma Elizabeth Morán, fiscal de la ciudad de La Banda, presentó ante la Cámara de Apelación un pedido de acción autónoma de nulidad de la resolución que les había permitido dejar atrás las rejas.

Con esta presentación, la fiscal pretendía dejar sin efecto la sentencia, emanada de la Cámara de Apelación y Control, donde se les dicta la falta de mérito a todos los imputados, de la familia Yancovich, quienes estaban procesados por el juez de Instrucción, Dr. Ramón Gómez, como supuestos autores del crimen.

Según explicó Morán, la finalidad de esta medida es dejar sin efecto la resolución, ya que considera a la misma como írrita, es decir que tiene una injusticia extrema verificable. Al respecto la letrada indicó que “no puede ser válida porque, a raíz del dictamen de falta de mérito al clan romaní, consagró una solución repugnante al sentido común y a la equidad. El tribunal no valoró las pruebas que estaban incorporadas legal y objetivamente en la causa”.

Según la fiscal, la Cámara sólo valoró algunos de los elementos de prueba, pero no son los únicos que debería haber tenido en cuenta. Sobre la resolución expresó que “es contradictoria ya que cuestionaron únicamente la autopsia médico legal, cuando el mismo vocal se convierte en médico forense y con una teoría que sacó de internet, hizo a un lado la autopsia del Dr. Alfano. Una sentencia no es justa cuando si yo soy abogado, me quiero hacer el médico forense”.

Además, explicó que la Cámara de Apelación justifica su fallo porque no se llamó a declarar a siete testigos que lo habían visto con vida a Agustín. “Dicen que lo ven el 15 y 16 de noviembre. Allí comienzan las contradicciones porque el magistrado sostiene que en la autopsia hay dudas sobre la data de la muerte. Para ellos mismos, según su propia autopsia sacada de internet, el día 15 Agustín ya estaba muerto, entonces cómo estas personas pudieron verlo con vida”.

Es por ello que la fiscal buscaba que se revoque la falta de mérito y que los integrantes de la familia Yancovich fueran nuevamente detenidos, pues todas las sospechas caían sobre ellos.

 

SIN RESPUESTAS

Agustín Yancovich tenía 11 años cuando lo mataron. Alguien lo golpeó en la cabeza, luego lo llevó a un predio abandonado donde le prendió fuego. Para evitar que el humo atrajera la atención, los restos del niño fueron cubiertos con piedra. Transcurrieron casi 15 años de aquel brutal crimen, la justicia nunca encontró al culpable.

Para los fiscales de aquél momento, los responsables fueron sus padres y hermanos. Sin embargo, todos ellos quedaron en libertad sin llegar nunca a un juicio. Luego de ser liberados, los padres y hermanos de Agustín abandonaron su casa y se fueron de la provincia.

Hoy, nadie sabe quién mató al niño. Tampoco parece importarle a nadie. ¿La justicia? Silencio…

 

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