El Mosaico de la Batalla de Issos, entre Alejandro Magno y Darío de Persia (333 a.C.), procedente de Pompeya, un símbolo universalmente conocido de los tesoros guardados en el Museo Arqueológico Nacional de Nápoles (MANN), comenzará su proceso de restauración a fin de mes.

 El objetivo es que los trabajos, realizados bajo la supervisión del Instituto Central para la Restauración (ICR) concluyan en julio.  Las actividades de diagnóstico son promovidas en red con la Universidad de Molise y el Center for Research on Archaeometry and Conservation Science (CRACS).

    «Con el comienzo, en 2021, de la restauración del Mosaico de Alejandro, escribimos juntos una página importante en la historia del Museo Arqueológico Nacional de Nápoles y por lo tanto de la conservación de los bienes culturales. Será una restauración grandiosa que se realizará ante los ojos del mundo», explicó el director del Mann, Paolo Giulierini.

    «Tras el minucioso trabajo preparatorio, estudiosos y expertos cuidarán, con las técnicas más avanzadas, nuestra icónica obra maestra de Pompeya. La tecnología y las plataformas digitales nos permitirán seguir las delicadas operaciones, paso a paso, en una suerte de ‘obra transparente’ como nunca ocurrió antes», agregó.
    El mosaico, datado entre fines del siglo II y comienzos del siglo I a.C., incluye millones de piezas y una superficie de excepcional extensión: 5,82 X 3,13 metros.

    Procede de la Casa del Fauno y encantó entre las ruinas a Alexandre Dumas, que llegó a Nápoles en noviembre de 1844, cuando fue llevado desde Pompeya al Real Museo Borbónico en un carro arrastrado por 16 bueyes.
    Su peso se estima en unas siete toneladas. En enero de 1845 las cajas fueron abiertas y la obra tuvo su primera colocación en el pavimento: desde 1916 es donde está actualmente, en la pared, en la sala de los mosaicos.

    Desde entonces capturó, con su belleza magnética, la atención de los visitantes de todo el mundo, además de los estudiosos y divulgadores de la figura de Alejandro Magno Por lo tanto, la restauración será muy compleja pero fascinante, punto culminante de un camino iniciado en 2015 con los estudios preparatorios.
    Varios puntos son críticos para la conservación, por el despegue de mosaicos, lesiones superficiales, zonas hinchadas o hundidas en la superficie y a lo largo del perímetro.

    Una atención particular será para las condiciones microclimáticas y ambientales. Entre las dos fases de trabajo previstas se efectuarán los movimientos del mosaico necesarios para explorar la parte posterior.
    La compañía TIM brindará, por su parte, su contribución tecnológica: la realización expresa de «smart glasses» para los restauradores, con metodología «quirúrgica», permitirá monitorear en forma constante la correspondencia entre la zona de intervención y la superficie no visible.
    Terminada la intervención sobre el soporte, se completará el trabajo con operaciones de limpieza, nuevas consolidaciones y un tratamiento protector final. (ANSA).
   

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