22 de octubre, 2024
Nota de Portada

El crimen de un adolescente de 18 años, que intentó rescatar a su madre y su hermanita menor, secuestrados por la expareja de la mujer, conmueve a la sociedad. Para evitar que ella continuara siendo víctima de violencia de género, el jovencito quiso salvarla, pero terminó asesinado. Una historia de golpes, sangre y muerte.

La vida no fue fácil para María Elizabeth Díaz. Su complicada situación económica la convirtió en una mujer con múltiples vulnerabilidades. Tenía 23 años cuando se convirtió en mamá por primera vez. Su primer hijo se llamó Mauricio Díaz (18). Luego vinieron Mauro (15) y Maité (5).

Hace un par de años comenzó una relación de pareja con Fernando Matías Cruz (33). Si bien creía haber conocido al amor de su vida, pero nada fue como ella imaginó. Al poco tiempo habrían comenzado distintas escenas de violencia, primero psicológicas, después físicas. Los golpes se hicieron una constante. Las marcas en su rostro se hicieron visibles, pero aun así ella decía que se había caído o golpeado con un mueble. Tenía terror de decir que era víctima de violencia de género, sobre todo por las amenazas que Cruz le habría dicho en reiteradas oportunidades: “Si dices algo mato a tus hijos”.

Cansada de situaciones extremas, hace más de un año decidió poner fin al vínculo. Sin embargo, Cruz no habría aceptado el rompimiento con facilidad. Una y otra vez regresaba a su casa y reiteraba escenas violentas. Además, le habría robado lo poco que ella tenía para venderlo. Pese al calvario que estaba sufriendo, Mary –como todos la llamaban- no hizo denuncias en su contra, pues en sus oídos retumbaban las amenazas: “Quedate calladita o los mato”, en alusión a sus hijos.

Por quien ella más temía era por Mauricio, quien no vivía con ella, sino en la casa de sus abuelos maternos, a un par de cuadras de su un módulo habitacional en el barrio La Católica. “No le digas nada porque lo mato”, le habría repetido Cruz. Aunque Mary intentaba ocultarle lo que le sucedía, el adolescente se daba cuenta de todo. Sus hermanos le contaban y era imposible ocultar la situación que padecía su madre. De modo tal que Mauricio se mantenía siempre alerta, para evitar que le sucediera algo malo a alguno de ellos.

EL ENCIERRO

El domingo 11 de agosto, Cruz regresó al hogar de Mary la encontró barriendo el lugar y le pidió que le diera algo que pudiera vender. Cuando la mujer se negó, él se habría enfurecido y comenzó a golpearla. Los efectos de la paliza eran evidentes a simple vista: el ojo morado, y contusiones en distintas partes del cuerpo. Ya no había modo de esconder lo sucedido.

Frente a ello, y para evitar que la mujer pudiera denunciarlo o que Mauricio se enterara de lo que le hizo, el hombre decidió que no podía dejarla en el lugar. Así fue que, bajo amenazas contra su niña, que estaba con ella, la habría obligado subir a su moto y se llevó consigo a madre e hija.

El destino fue la casa de su madre, Viviana Cruz, en la calle Ceferino Namuncurá del barrio Reconquista. Ella no solo le habría permitido ingresar a su casa, sino que sería testigo del estado lamentable en que Mary se encontraba. De inmediato, Cruz la trasladó hacia un cuarto ubicado en los fondos de la vivienda, donde la dejó encerrada, aparentemente a la espera que las marcas de los golpes desaparecieron. Aún así, los golpes se habrían reiterado, aunque ya no en el rostro, sino en otras partes, donde las marcas no serían evidentes.   

FEMICIDIO VINCULADO
En 2012 se incorpora en el Código Penal la variable “tipo de femicidios vinculados” que releva los siguientes tres subtipos:
Femicidio vinculado: Son aquellos homicidios cometidos contra una o varias personas, independientemente de su género, a fin de causarle sufrimiento a una mujer cis o a una mujer trans/travesti en un contexto de violencia de género. Para ello, debe existir una desigualdad de género entre la persona imputada como autor del hecho y la mujer cis o mujer trans/travesti a quien se pretendía afectar.

Femicidio vinculado por interposición en línea de fuego Hace referencia al homicidio cometido contra una o varias personas porque se interpuso/ interpusieron o intentó/intentaron evitar una agresión en un contexto de violencia de género.

Otras muertes vinculadas a la violencia de género Se incluyen aquí aquellas muertes violentas en las que no se pudo determinar claramente si fueron cometidas para provocar dolor a una mujer cis, mujer trans/travesti o si se trata de un caso de interposición en la línea de fuego, pero que sí se conoce que se produjeron en un contexto de violencia de género. 

 

Mary y Maite estuvieron en esa casa desde el domingo 11 hasta las primeras horas del sábado 17. Ninguna podía comunicarse con el mundo exterior, pues Cruz le habría quitado el teléfono, que luego habría vendido.

DÍAS DE INCERTIDUMBRE

Mientras tanto, en la casa de Mary todo era incertidumbre. Cuando Mauro regresó a su casa no encontró a su mamá y todo estaba revuelto. Le envió mensajes y la llamó, pero sin respuestas. Así fue que decidió hablar a Mauricio y avisarle lo sucedido. Ambos comenzaron a buscarla y preguntar a los vecinos si sabían algo. Alguien les dijo que Cruz había estado en el lugar, los hermanos imaginaron el resto.

Cuando estaban en plena búsqueda, recibieron un mensaje desde el número de su madre, que les decía: “No se preocupen, voy a trabajar en una finca en Beltrán”. Luego de ello, el celular se apagó.

Pese al mensaje, Mauricio no se quedó tranquilo. Sabía que su madre no se iría de manera intempestiva, y menos dejando a Mauro solo. Pese a todas las circunstancias de su vida, Mary nunca los había abandonado, ni mucho menos se fue dejando su casa sola. Aunque evitaba decirlo en voz alta, temía por la vida de su madre.

Pero no solo eso, sino que se preguntaba qué había pasado con su hermanita, dónde estaba, con quién. Al otro día fueron al jardín de infantes de la niña, pero la maestra les dijo que ella no fue, lo mismo sucedió durante toda la semana.

Para evitar que Mauro tuviera miedo, Mauricio le dijo que seguramente su madre estaba bien y que ese trabajo que consiguió significaría una buena entrada de dinero. Sin embargo, la procesión iba por dentro. Aunque tenía pánico por lo que podría suceder, intentó hacer su vida normal. Así es que fue a trabajar, haciendo chipacos y tortillas para una persona del barrio que se encargaba de vender esos productos.

 

EL SILENCIO DE LA NIÑA

Luego de cinco días sin saber nada de su madre ni su hermanita y de haberse puesto al frente de su búsqueda, Mauricio decidió reunirse con Olga Díaz, su tía y hermana de Mary. La idea era coordinar cuáles serían los próximos pasos a seguir. En ese momento, el jovencito se enteró que Cruz había estado en el lugar el día anterior, pidiendo que le venda un par de camperas en el puesto que ella tiene en la feria de la zona. A sabiendas de la ausencia de su hermana, le preguntó si sabía algo de ella, su respuesta fue que estaba trabajando en Beltrán. Un par de horas más tardes regresó a buscar las prendas y se marchó sin decir una palabra.

Así fue que luego de largos cabildeos, Olga y Mauricio decidieron ir a la casa de Viviana Cruz y preguntar si sabían algo o, al menos tratar de localizar a Fernando Cruz para saber qué había pasado con Mary y Maité.

Era cerca de la medianoche cuando llegaron a la casa de los Cruz, en el barrio Reconquista. Viviana les dijo que su hijo no estaba y que tampoco sabía dónde podía estar. Pese a su negativa, siguiendo su intuición, Mauricio le preguntó de su hermana. La mujer titubeó y le dijo que estaba durmiendo. Frente a tal respuesta, insistió y le exigió ver a su hermanita. “Entregame a Maite”, repetía. Por sus gritos y los de Olga, decidió traer a la niña.

Para su sorpresa, la pequeña no los miraba a los ojos, ni tampoco decía nada. Su hermano la abrazó y le preguntó sobre la mamá. De nuevo el silencio. Fue entonces cuando Mauricio cambió de táctica y le preguntó si los golpes de la mamá eran en la panza, o en los brazos, como para sacar alguna palabra a Maite. Entonces ella le contestó que estaba lastimada en el ojo.

Ante a eso, a Mauricio ya no le quedaban dudas. Viviana Cruz sabía qué había pasado con su madre, pero nunca imaginó que estaba en ese lugar.

 

SANGRE Y MUERTE

La escena alteró a Fernando Cruz, quien salió de la casa –para sorpresa de Mauricio y Olga-. En sus manos tenía dos cuchillos, y comenzó a amenazarlos. El joven solo quería llevarse a su hermana y preguntaba qué había pasado con su mamá.

Para proteger a la niña y a su tía, Mauricio se puso al frente y comenzó a forcejear con la expareja de su madre. Le quitó un cuchillo y le hizo algunas heridas superficiales. Sin embargo, Cruz fue más allá, le asestó un puntazo en el pulmón.

Para evitar más peleas, su tía puso en marcha su moto, subió a la niña y luego a Mauricio, pero no se dio cuenta que la herida de su sobrino era de gravedad. Solo hicieron un par de cuadras antes que él se desplomara y les ocasionara una caída del rodado.

Desesperadas, Olga y Maite pedían ayuda. Un vecino fue el primero en asistirlas y pedir una ambulancia. Mientras tanto, Mauricio se desangraba frente a ellas.

Ya en el hospital, el jovencito sufrió dos paros cardíacos y entró de inmediato a quirófano. Pese al esfuerzo de los profesionales de la salud, Mauricio falleció a la madrugada. Tenía 18 años y nunca pudo volver a ver a su mamá.

 

“TE LO HE HINCADO”

Por su parte, Fernando Cruz ingresó a su casa y fue en busca de Mary quien estaba encerrada en el cuarto de atrás de la casa. Esgrimiendo en sus manos el cuchillo ensangrentado, le dijo: “Mirá cómo te lo he dejado a Mauricio”, haciendo alusión a la herida que le había causado. “Te lo he hincado, ahora vamos a ver si sigue jodiendo”, le habría dicho a la mujer desesperada, sin saber qué había ocurrido con su hijo.

Mientras Mauricio era llevado al hospital, Olga se comunicó con su familia y les avisó lo ocurrido. Sus hermanos y sobrinos llegaron a la casa de los Cruz, casi al mismo tiempo que la policía.

Para sorpresa de todos, él aún tenía en sus manos un cuchillo. Ante los reclamos de los Díaz, hasta habría golpeado a una de las hijas de Olga. Es más, decía a los gritos que él había herido al joven. Sin embargo, Viviana le insistía que no fue así, sino que Mauricio lo lastimó a él, aunque no eran lesiones de gravedad, sino laceraciones en uno de sus brazos y glúteos.

Mientras los gritos de unos y otros se reiteraban, Mary apareció en escena, preguntando qué había sucedido con su hijo. Sus familiares le informaron que lo habían llevado grave al hospital.

 

VIOLENCIA DE GÉNERO

Ante la intervención policial, Fernando Cruz también fue trasladado al nosocomio. Mientras que Mary fue llevada a la comisaría. Allí denunció que era víctima de violencia de género, lo cual era evidente por las marcas en su cuerpo.

En la sede policial la mujer desgranó el calvario que había sufrido en manos de Fernando Cruz. Consultada sobre por qué no hizo denuncias con anterioridad, ella confesó que estaba aterrorizada, pues el hombre la amenazaba con matar a sus hijos. Mauricio aún estaba con vida, aunque en estado reservado.

Luego detalló que Cruz la llevó a la casa de su madre el domingo 11, que su madre sabía que ella y su niña estaban allí. Por lo menos se alivió cuando la pequeña podía salir hasta el patio y que Viviana le prestaba cierta atención.

Además, dijo que alguna vez pudo salir hasta el patio de la casa, pero cuando intentó escapar habría sido nuevamente golpeada por Cruz. Esto habría sido visto por un vecino que es agente penitenciario, pero éste no hizo nada por defenderla ni tampoco intervenir de alguna manera.

A la vez, contó que había tenido noticias que Cruz fue denunciado en otras oportunidades en la ciudad de La Banda, por su anterior pareja, con quien tenía una hija.

Cuando Mary llegó al hospital, todo era dolor entre sus familiares. Su hijo Mauricio ya había fallecido.

 

¿Por qué las mujeres no denuncian la violencia de género?
Por Belén Zurita
¿Por qué, a pesar de las diversas campañas de información y sensibilización, las mujeres siguen sin pedir ayuda? ¿Por qué seguimos viendo como cada mes son asesinadas mujeres, por el simple hecho de serlo? La realidad es que seguimos sin entender la complejidad de este tipo de delito, cuya motivación viene únicamente determinada por la condición de ser mujer. La Violencia de Género se manifiesta en múltiples esferas de nuestra vida y las dificultades que invaden a estas mujeres para llegar a tomar la decisión de denunciar son múltiples. En primer lugar, podemos pensar que el factor principal es el miedo que tiene la víctima respecto del agresor.
Pensar en su reacción cuando sepa que ella ha acudido a interponer una denuncia o cuando ella quiere dejar la relación, son temores fundados que llevan a la víctima a soportar la situación aun a pesar de que la agresividad y el maltrato también aumenten. Además, a esta situación de miedo e incertidumbre se añade la preocupación por los hijos en común, el temor al abandono y a la soledad ante la ausencia de otros recursos. Es necesario empatizar con la idea de que el acto de denunciar es mucho más que poner de manifiesto la violencia que se está sufriendo. Denunciar es reconocer que estás siendo víctima de un delito en el que el agresor es tu pareja, el padre de tus hijos y la persona con la que has construido una vida.
Además, afrontar la idea de empezar una vida de nuevo, encontrar nuevos recursos y volver a empezar en muchos ámbitos de la vida, como el laboral o incluso el social. Otro factor importante es la normalización de la violencia, de actitudes posesivas y controladoras como los celos y la culpabilización de la situación, provocada por el desgaste emocional y psicológico ocasionado a lo largo de todo el tiempo. Así mismo, otro factor importante que dificulta la toma de decisión de la mujer se refiere a las trabas institucionales y a las deficiencias del propio sistema. Cuando las cifras hablan por sí solas, es evidente que algo en el sistema está fallando. La necesidad de poder realizar una denuncia de forma segura se está haciendo ver más cada día. Muchos son los casos de retiradas de denuncias, de procesos que finalizan en absoluciones, de órdenes de protección inexistentes o ineficaces, lo que manifiesta una clara necesidad de mejora en los mecanismos de intervención.
El derecho a una denuncia segura está vigente, pero ¿realmente es posible? Se siguen cuestionando las declaraciones de las víctimas por no ser relatos profundamente coherentes y claros; se sigue cuestionando la actitud de la misma en los procesos; las mujeres siguen viéndose culpabilizadas por discursos y preguntas machistas de los mismos profesionales. Por todo ello, queremos reivindicar la necesidad de seguir insistiendo en que los derechos de estas mujeres víctimas de la violencia de género se sigan trabajando y poder alcanzar su materialización en la realidad, de manera que, por fin, las mujeres se sientan seguras y acompañadas en el proceso. Lograr de esta forma que la prevención sea eficaz y que cada vez sean más las mujeres que den el paso hacia la denuncia, una denuncia realmente segura

 

ACUSACIONES

De inmediato intervinieron las autoridades policiales y judiciales, para tratar de establecer cómo habían sucedido los hechos que derivaron en la muerte de Mauricio.

La causa tomó dos caminos diferentes. Por un lado, la fiscal Fernanda Vittar tiene a su cargo la investigación del asesinato del joven. En ese sentido, la causa está caratulada como “homicidio simple”. Sin embargo, para muchos el caso debería ser encuadrado como “femicidio vinculado”, pues el propósito sería causarle sufrimiento a Mary, en un contexto de violencia de género. (Ver recuadro adjunto)

Por otro lado, el fiscal Diego Cortez tiene a su cargo las pericias para imputar a Cruz por “violencia de género” y “privación ilegítima de la libertad” en perjuicio de Mary. Sin embargo, él dice que su accionar fue por “defensa propia”.

La fiscal Vittar solicitó la autopsia y pilotea la investigación de la División Homicidios y Delitos Complejos, quienes se encargaron de la recolección de las pruebas. El adelanto de los forenses indica que el deceso del joven se produjo por paro cardiorrespiratorio, a raíz de las graves heridas ocasionadas en su corazón por un elemento punzocortante.

Por ahora, Fernando Cruz –quien sería dado de alta en las próximas horas- carga en sus espaldas con la acusación de homicidio simple y violencia de género.

Además, la familia Díaz quiere sumar una denuncia, esta vez contra Viviana Cruz, a quien señalan como “encubridora” de las acciones realizadas por su hijo, en especial el secuestro y la violencia de género en contra de Mary.

 

Al cierre de esta edición se esperaba que Fernando Cruz preste declaración indagatoria en sede penal con respecto a las acusaciones que pesan en su contra por el homicidio del adolescente.

Maité no volvió a hablar desde la noche fatídica, en sus ojos quedó grabado el horror de ver que su hermano era herido de muerte y también fue la testigo presencial de la violencia de género que vivió su mamá.

Mientras tanto, Mauricio Díaz recibió su último adiós envuelto en banderas de Mitre, su amado equipo de fútbol, y rodeado de la tristeza infinita y el dolor de toda su familia, en especial de Mary, quien sabe que su hijo hizo todo por ella, hasta dar la vida por ella…

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