No sé todos, pero muchos sufren una aproximación a la depresión (dicho en lenguaje lego) en esta época del año. Tiempo en que las orlas verdes, doradas y rojas, atiborran frentes y escaparates.
Es una invitación casi compulsiva hacia la “felicidad”, si entendemos felicidad por decorar el arbolito y comer hasta el hartazgo.
Nadie queda afuera de la celebración, ya sea por propia convicción y gusto o porque la marea rojiverde lleva a todos a teñirse de alguna manera de tales colores.
Respecto de los que algunos, vulgarmente tipifican como “la depresión de fin de año” dialogamos con el profesor, doctor en Piscología, Eduardo Keegan, quien nos explica qué es lo que realmente ocurre en la mente de la gente, que justamente no disfruta de las fiestas y las mira más con tedio que con alegría.
LAS LUCECITAS QUE NO ILUMINAN EL ÁNIMO
L.C.: ¿Existe la llamada “depresión de fin de año”?
E.K.: No hay una psicopatología específica de fin de año. Lo que pasa es que los seres humanos somos simbólicos. Les damos mucha importancia a las fechas específicas y es una etapa en que la gente hace una suerte de balance, de su existencia. Del curso de su vida, que la puede llevar a sentir mayor sensación de logro, menor sensación de logro, y también es una época en que la gente siente más fuertemente la pérdida de seres queridos, sobre todo cuando tiene que reunirse con los cercanos en las fiestas de navidad y año nuevo o Hanukka en el caso de la colectividad judía.
L.C.: ¿Qué recomienda, en líneas generales, hacer u omitir en esta época?
E.K.: Cosa específica que no debe hacerse ante las fiestas, recomiendo, si uno va a hacer un balance en general sobre las fiestas es hacer un balance equilibrado y tener cuidado con los sesgos que no puede introducir, cuando estamos tendemos a predecir que no va a ir fantástico y eso no tiene mucho sustento.
Cuando estamos deprimidos o muy tristes tendemos a predecir que todo va a ir mal, y tampoco tiene mucho fundamento. En todo caso es un buen momento para agradecer, para hacer ejercicios de gratitud por todo aquello que tenemos, o en todo caso para aceptar del mejor modo posible aquellas cosas que ya hemos perdido, por ejemplo, celebrando el tiempo compartido con las personas que ya no están. Eso es muy importante para nosotros.

“LA SUSPENSIÓN TRANSITORIA DE CIERTAS REGLAS”
L.C.: Los argentinos al menos somos proclives a los excesos, sobre todo en este tiempo. Me refiero al jolgorio. ¿Por qué ocurre esto?
E.K.: El fin de año, como cualquier fiesta o celebración, va a tener algún elemento de jolgorio, de excesos. Suspensión transitoria de ciertas reglas. Eso en sí mismo puede ser una cosa buena, siempre y cuando uno no combine el alcohol con manejar. Siempre el exceso va a tener un efecto reparativo en nuestra capacidad de tolerar la rutina. Esto, siempre y cuando se maneje con cierta prudencia. Puede ser una excelente oportunidad para manejar los vínculos que tenemos con nuestra familia o con amigos, hecho en el cual la cultura argentina es muy saludable. Por eso tiene un peso importantísimo en la salud mental.
HACIA LA NECESARIA EVALUACIÓN
L.C.: ¿Podría recomendar una actitud, un comportamiento específico en este tiempo, para muchos, tan especial?
E.K.: Una de las cosas que yo recomendaría para estas fechas es hacer una evaluación total. Recordar que la vida se vive los 365 días del año y cómo nos vaya en nochebuena y/o navidad tampoco es tan determinante.
La otra cosa es tratar de no ser perfeccionistas con la celebración, con ideas tales como: “tengo que tener la navidad perfecta”, o “mi vida es un desastre”, o “tengo que tener la familia perfecta”, porque cuanto más elevada es, también es más elevada la perspectiva sobre la navidad, y seguramente peor la pasaremos. La distancia entre una navidad real y una soñada puede ser más grande si yo pienso de esa manera.
En las personas con depresión mayor, con depresión clínica, estas cuestiones de reuniones pueden exacerbar la sensación de soledad, lo cual puede no ser objetiva, sino una percepción subjetiva de no contar con nadie cercano y tener la falsa percepción de que el resto de la gente lleva su vida felizmente adelante y que ellos, son los únicos que están solos y desamparados. Es un síntoma, por otra parte, muy típico de la depresión en cualquier momento del año. La navidad lo único que hace es agregarle cierto peso a la depresión.