Una vecina del barrio Centro planifica su vida de jubilada con un proyecto personal muy apasionante. Armó un negocio de producción y venta de quichés, tartas saludables, especialmente pensadas para quienes no tienen tiempo de cocinar.
“Cocinar es otra manera de cuidar, nutrir es una manera de maternar”, dice Virginia Machín sobre una de sus grandes pasiones que es la gastronomía. A sus 58 años le gusta dejar que las cosas “fluyan”, porque no cree que eso sea “ir sin rumbo”. Por eso es que creó Quiché; un emprendimiento de tartas saludables que es su proyecto personal para cuando se jubile.
En su vida todo parece enlazarse de manera muy equilibrada. Cuando arrancó con esta propuesta, la meta era ofrecer platos prácticos y no por eso menos nutritivos, a madres recientes. Como obstétrica sabía que ese momento era muy particular para ellas y cocinarles era una forma de acompañarlas en ese momento en el que solo quieren dedicarse a sus hijos.
El proyecto cambió su público después de algunas circunstancias familiares y una larga estadía en Mendoza, donde Virginia puedo redescubrir la cocina. Aprendió de profesionales súper entregados a lo suyo y muy generosos que le compartían sus conocimientos en la cotidianeidad de su trabajo.
No obstante, sus primeras enseñanzas en la cocina y las que la marcaron para siempre, fueron las de su madre. Hija de alemanes que le heredaron saberes y sabores europeos supo transmitirle a la obstétrica, hoy decidida a emprender con tartas saladas y otras recetas que intentan mantener la esencia de la cocina de las abuelas.
Además de su optimismo, talento y conocimientos, esta vecina del barrio Centro, cuenta con todo el apoyo de sus cuatro hijos, a los que define, como sus mejores críticos y sus fanáticos más fieles. Con este impulso familiar, proyecta un futuro súper activo en el que intentará crecer constantemente y aportar además, toda su experiencia.
Pues, “Virgi” cree que las personas adultas tienen mucho para compartir, solo que su trabajo queda desdibujado -muchas veces- por falta de conocimiento en el manejo de nuevas tecnologías y redes de comunicación.
En la siguiente entrevista, cuenta de dónde viene esta iniciativa de negocio que hoy le ocupa su tiempo libre. Cómo se ve como emprendedora y qué la impulsa permanentemente a desarrollar todo su potencial.
-¿Cuándo y cómo nace este proyecto?
-Este proyecto nació como casi todas las cosas que hice en mi vida: dejé que surgiera.
Si bien tengo una profesión (Obstétrica) mi mamá, hija de alemanes, hacía el quiché más conocido que lleva panceta ahumada. Se llama “Quiché Loraine” y yo aprendí a hacer como “kuchen”. Me encantaba verla cocinar, y me gusta mucho hacerlo recordando esos momentos e inventando cosas nuevas.
Cocinar es otra manera de cuidar; nutrir es una manera de maternal. Muchas veces las madres recientes están, necesariamente, sumergidas en la crianza y originalmente quise centrar el proyecto en ellas.
Luego vino un divorcio, una mudanza buscando nuevos espacios y ahí me enamoré de la gastronomía. Viví en Las Leñas, Mendoza, donde conocí, compartí, y aprendí de cocineros que hacían maravillas en los hoteles. Conocí personas inmensamente generosas que compartían su don -mate mediante- en mi pequeño lugar. Creo que es un oficio que tiene el don de dar, darse, hay mucho disfrute en compartir sabiduría.
-¿Cómo definirías a “Quiché”? ¿Qué significa y a qué se debe su nombre?
-Quiché es una tarta.
Una tarta que puede ser dulce o salada y puede o no tener un relleno a base de crema. Las tartas pueden tener rellenos de fruta. Una quiché siempre es salada y siempre tiene un relleno a base de crema (huevo y leche). Las quichés también pueden tener otros ingredientes salados añadidos, como jamón, queso, entre otros…
La quiché nació en la región de Lorena, al noreste de Francia, una zona que, a lo largo de los años tuvo mucha influencia alemana. De hecho, la palabra “quiche” viene del término alemán kuchen, que significa pastel.
-¿Trabajas sola?
-Trabajo sola. Es un proyecto que está iniciando. El toque de cocina de abuela tiene su encanto y quisiera mantenerlo.
-¿Cómo aprendiste de cocina?
-Mi mamá era una excelente cocinera. Recibíamos a amigos y como no teníamos parientes aquí, porque somos de Buenos Aires, siempre me parecía una fiesta. Cocinaba muy sano, con tanto detalle de nombres de cortes y tipos de cocciones, que todo se volvió familiar todo para mí. Creo que su tarta era inigualable por excelencia.
-¿Qué productos tienes disponibles y cuáles son los más pedidos?
-Tengo una gran variedad de tartas con distintas opciones de rellenos, tamaño y gramaje.
La masa es casera con opción de masa integral, hecha con muy poca materia grasa, los rellenos no llevan frituras ni cebolla y están pensados para control de porciones.
Las quiché preferidas son las de calabaza, acelga y verduras y las de vegetales asados. Los chicos son fanáticos de las de jamón y queso, y las de pollo. Y hay fanáticos de las fugazzeta y de capresse. Por detrás vienen los del club de los zapallitos, espinaca o acelga y también, de calabaza y pollo.
También hay soufflés para los que no comen harinas. Sólo verduras, huevos y lácteos, en porción de 300 gramos y moldes de aluminio. Tenerlas en el freezer, sacar del molde, y tres minutos de microondas, es tener cena o acompañamiento de carnes asegurado.
Los panqueques para que rellenen con lo que se les ocurra son muy pedidos también para fines de semana o viandas de los más chicos.
-¿Qué fue lo más desafiante de este proyecto desde sus inicios?
-Lo más desafiante fue comenzar. Cambiar el chip de ser conocida por dedicarme a acompañar gestantes en los nacimientos y dejar de ser “la chica de los cursos” para dedicarme a lo que considero mi proyecto para cuando me jubile.
Adaptar mis tiempos al clima, conocer proveedores, y encontrar el equilibrio entre esto y la vida familiar que siempre quise, sigue siendo un constante reajuste.
-¿Cómo fue el 2024 para tu emprendimiento?
-El 2024 fue un año de pruebas y errores. En general, todo emprendimiento tiene ése proceso. Aprender, modificar, testear lo que las personas necesitan lleva su tiempo y es un cambio permanente.
-¿Qué dice tu familia sobre este emprendimiento?
-Ellos son los motores y el apoyo. Tengo cuatro hijos que son pilares en mi vida. Festejan mis logros, son los críticos más acertados, y mis más sinceros fans.
He sido muy bendecida con toda mi familia.
-¿Cómo imaginas a tu proyecto en unos años?
-Quiché está pensado para gente que no tiene tiempo, o no puede cocinar. Mi fuerte hoy son los pedidos de varias tartas para tener “a mano” siempre. Se entregan recién hechas y las personas deciden si calientan o guardan en heladera o freezer para después. La lógica es que se economice en cadetería, tiempo en hacer compras, lavado y procesado de verduras, cocinado del producto; pero a la vez, saber que lo que se come es hecho lo más saludable posible. Rotiserías hay muchas y muy buenas, y al final terminamos calentando lo recién llegado, así que mi idea es que en 20/30 minutos tengas la comida sacándola del freezer.
La opción de envasado al vacío está en desarrollo.
Llegar a todos los hogares para dar solución a “¿qué comemos?” en un día estresado o de apuros es mi objetivo.
-¿Alguna anécdota buena o no tan buena que recuerdes sobre Quiché?
-Las tartas muy, muy morochas (esas son mías) y alguna tarta que al desmoldar caliente se rompe… y vamos de nuevo con otra, pidiendo disculpas por la demora.
-¿Qué te gustaría incorporarle a corto plazo para que crezca?
-Se vienen las ensaladas. Tenemos un clima que pide ensaladitas o cosas frescas.
-¿Cómo te definirías como emprendedora?
-Audaz. Como obstétrica, emprendí hace muchísimos años la autogestión de mi profesión. Y ahora, al dar en la profesión, espacio para los que vienen surgiendo.
Fluir no es ir sin rumbo.
La única y auténtica prosperidad está en cómo nos tratamos.
-¿Cuáles crees que son las ventajas y las desventajas de emprender?
-La mayor ventaja es la flexibilidad de horarios. También es hermoso poder aplicar la creatividad. Los sueños son importantes para todos los seres humanos. No importa cuáles, si son grandes o pequeños, son motor de vida diarios. Emprender da oportunidades de crecimiento. También está la satisfacción que se siente cuando un cliente está contento con el producto y te lo dice.
La posibilidad de mayores ingresos lo dejé para el último lugar. Porque hay que ser muy constante con revisar números y hacer inversiones.
Entre las desventajas está el riesgo económico, que incluye al riesgo de perder tiempo, que en mi caso sí es importante.
Y hay algo muy importante que es la necesidad de saber administrar la autonomía.
-¿Qué consideras que se podría hacer desde el Estado para ayudar a los emprendedores?
-Hay mucho a disposición de emprendedores, pero que no llega a conocerse por los que recién comienzan. Hay incubadoras de empresas, mucha ayuda en estrategias y obviamente apoyo económico.
Sería bueno que se conozcan las posibilidades, no solo para quienes son jóvenes y tienen clarísimo cómo manejar redes y demás. Hay mucha creatividad y talento en personas mayores pero existe una realidad de inaccesibilidad por falta de conocimiento en manejo de tecnología.