"Yo no temo a la muerte. No le temo ni me entristece. Cuando estoy triste pienso: cómo puedo estar triste si me espera esa gran aventura que es la muerte. La muerte es una vida vivida. La vida es una muerte que viene".
Jorge Luis Borges
Hace dos semanas, en Uruguay fue legalizada la eutanasia. De este modo, esta forma de morir será practicada en este país sudamericano haciendo, tal vez, una punta de lanza de un tema ríspido, para tomarlo con la sinceridad que el tema demanda.
En verdad, es difícil para la sociedad plena entender que la muerte es parte de la vida y el derecho a morir con decoro es una cuestión que deberíamos abordar en nuestra sociedad sin resquemores de ningún tipo.
ARGENTINA Y LA MUERTE DIGNA
En Argentina está en vigencia la Ley 26742 que permite la llamada “muerte digna”, que significa que las personas que están frente a un proceso irreversible, no se sometan a tratamientos que les prolonguen inútilmente la vida.
La eutanasia activa sigue siendo considerada un delito.
El derecho a la muerte digna contempla a personas mayores de edad, se debe manifestar la voluntad de la propia muerte frente a escribano público o juzgado, con testigos, pudiendo ser revocada en el momento que lo determine el actor.
Queda claro que la ley no contempla la eutanasia activa que, como se dijo anteriormente, acarrea responsabilidades penales.
Cabe aclarar que hay proyectos diversos que contemplan la posibilidad de un panorama similar al que hoy vive el vecino país uruguayo.
QUÉ ES LA EUTANASIA
La eutanasia es la muerte producida o acelerada a fin de evitar el sufrimiento de un padeciente.
No en vano el término proviene del griego, que significa: “buena muerte”.
Puede darse por acción u omisión.
La eutanasia activa es suministrarle al paciente una dosis letal de un producto que acelere la muerte.
La eutanasia pasiva es omitir cualquier tratamiento que prolongue irremediablemente la vida de la persona bajo padecimiento de una enfermedad incurable.
También existe el suicidio asistido que, a diferencia de la eutanasia, es el propio paciente quien se provoca la muerte utilizando medios que un médico le ha proporcionado. Esto remite a un conocido caso dado en España, que tuvo resonancia internacional.
EL CASO DE RAMÓN SAMPEDRO
Ramón Sampedro era un marinero y escritor español que, en un accidente en el mar, en una mala caída contra una roca, se fracturó la séptima vértebra cervical, a los 25 años de edad. Luego de quedar tetrapléjico, y de vivir una vida absolutamente imposibilitado de moverse del cuello hasta los pies, comenzó una lucha legal por ejercer su derecho a morir. Luego de idas y vueltas con la estricta justicia española, que le denegó dicho derecho, se decidió a terminar con su vida, con la ayuda de unos amigos.
Un amigo le compró el cianuro, otro calculó la proporción adecuada y el siguiente trasladó el veneno hasta la casa adecuada. Alguien lo recogió, luego se puso la bebida en un vaso al que se le añadió una cañita para que Sampedro pudiera sorber el líquido. Ramón había escrito una carta de despedida (con la boca) y también quiso grabar un vídeo.
Cuando los forenses encontraron el cianuro potásico en su cuerpo, la policía detuvo a su compañera Ramona Maneiro, “Moncha”, la mujer que acompañó a Ramón Sampedro en sus últimos dos años de vida. La trama estaba tan bien urdida que los agentes no encontraron pruebas que la incriminaran. Aun así, siete años después, cuando el delito ya había prescrito, fue la propia Moncha la que admitió haber administrado el veneno y también realizar la filmación, según lo detalla “La Vanguardia”.
Tan fuerte fue la historia que fue llevada al cine en la película “Mar Adentro”, protagonizada por el actor Javier Bardem (recomendadisima) que hace ver, descarnadamente la necesidad de la vida o sobrevida contra la vida en dignidad plena.
LAS CONTRADICCIONES ESPIRITUALES Y EL CASO ARGENTINO
Sampedro encara una lucha legal y también religiosa, que se muestra en la película porque la Iglesia participa a través de la aparición de un cura, que intenta disuadirlo.
La contradicción de la muerte según la iglesia católica se puede ver en distintos puntos. Por un lado, se considera la consecuencia física del pecado original, como se menciona en “Romanos 6:23”, por el otro se habla de la vida eterna, a la derecha de Dios todopoderoso.
Se dice “coloquialmente” que quien ha muerto, “pasó a mejor vida”. Y la misma Iglesia, que se cruza en el camino de quien quiere decidir sobre su propia vida, ya que la incidencia de la misma en distintos casos en que la eutanasia, podría terminar el vía crucis de enfermos, familiares y amigos.
Por caso, en nuestro país, el obispo Bressanelli, máxima autoridad eclesiástica de la provincia de Neuquén, se opuso mediante una carta pública al pedido de las hermanas de Marcelo Diez, quien estaba en estado vegetativo desde hacía muchos años y pedían dejar de mantenerlo en vida ante las nuevas complicaciones en su estado.
Las declaraciones de Bressanelli hicieron estallar inmediatamente la polémica. Las hermanas de Diez, Adriana y Andrea, repudiaron los dichos del cura y exigieron a la justicia que aplique la ley de muerte digna. Lucas Pica, abogado de la familia, sostuvo públicamente que "los jueces tardan en expedirse en este caso", y acusó a la iglesia local y a los "sectores más conservadores de la sociedad neuquina", de "presionar" contra el derecho del paciente, según se detalla en Infobae.
Finalmente, el caso llegó a la Corte Suprema de Justicia, que falló a favor de que se le conceda la muerte digna.
Sintetizando, la iglesia considera a la eutanasia un pecado, ya que sostiene que Dios es el dador y el decisor del fin de nuestras vidas.
Si bien el Estado argentino es laico, el catolicismo tiene un lugar preferencial y la incidencia de dicha religión es notoria en nuestra sociedad.
En fin, hablando casualmente de fines. Ojalá (esto a título personal) la muerte pueda ser siempre una elección, y si nuestro encuentro con Dios, la vida eterna, la mejor vida o como deseemos llamarla, deba estar en nuestra lúcida decisión y poder sernos un derecho permitido.