27 de noviembre, 2025
Actualidad

A pesar de los avances y de una mayor presencia femenina en el mercado laboral, los datos del primer trimestre de 2023 muestran que la desigualdad persiste: las mujeres siguen concentradas en trabajos peor remunerados, con menor acceso a puestos jerárquicos y cargando con la mayor parte de las tareas de cuidado no pago.

La independencia económica femenina aun es una excepción y no la regla. La desigualdad se filtra en la rutina, en los horarios que no alcanzan, en los sueldos que no cierran y en sueños profesionales que se desvanecen.

En América Latina 1 de cada 4 mujeres no cuenta con ingresos propios, según un estudio de CEPAL, y en el país las mujeres continúan enfrentando obstáculos estructurales para lograr igualdad en el trabajo, tanto en el acceso como en los ingresos y la progresión profesional.

El informe oficial del primer trimestre de 2023 del estudio “Desigualdad en el trabajo: Igualar”, realizado por el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad junto con el INDEC, da cuenta de ello con datos que muestran que, pese a leves mejoras, la situación persiste con fuerza.

En Argentina, las mujeres perciben ingresos en promedio un 25 % menor que los varones. En el caso de empleo asalariado informal (sin aportes jubilatorios), la brecha se amplía al 36,5 %. En cambio, cuando el empleo es asalariado registrado, la brecha baja al 17,5 %.

Estas cifras muestran que no sólo importa el género, sino también la calidad del empleo: la informalidad agrava la desigualdad.

 

PARTICIPACIÓN LABORAL Y CALIDAD DE EMPLEO

La desigualdad también se mide en tiempo. En quién trabaja, en quién accede, quién puede quedarse y quién puede abandonar. La tasa de actividad femenina es de 52,2 % frente al 70,1 % para varones. Es decir que participan menos en el mundo laboral remunerado con una brecha del 18,7% respecto a varones.

 La tasa de desocupación demuestra que las mujeres también tienen mayor dificultad para conseguir trabajo: 7,8 % frente a 6,1 % para hombres.

En cuanto a la subocupación horaria (personas que trabajan menos de 35 horas porque no encuentran más horas), las mujeres alcanzan 11,7 % mientras los varones 7,6 %, una diferencia de 4,1 %.

Además, la informalidad: la tasa de empleo sin registro en mujeres se mantiene en torno al 39,9 %, mientras que en los varones ronda el 34,6 %. Esto implica mayor precariedad laboral para las mujeres.

Así también, en cada hogar con un niño o niña menor de diez años, la diferencia se vuelve más visible. Cuando llega un hijo, la participación laboral femenina cae; la masculina, sube.

La Encuesta Nacional de Uso del Tiempo (ENUT) muestra que las mujeres dedican en promedio 6 horas y media por día a tareas de cuidado, mientras que los varones sólo 3 horas y media. Esta distribución del trabajo del hogar es una de las principales causas de las brechas de género en el mercado de trabajo.

Si se considera el total de horas por día que se dedican al trabajo remunerado y no remunerado, las mujeres tienen una carga horaria promedio de 9:20 horas, por encima de las 8:38 horas de los varones.

Esto se debe a un patrón cultural, pero también económico: menos horas fuera del hogar, menos oportunidades de crecimiento, menos dinero propio. El informe lo deja claro: el trabajo de cuidados, que no se paga, pero sostiene al país, sigue recayendo en mujeres.

 

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