24 de abril, 2025
Entrevistas

Con una trayectoria de más de doscientas muestras colectivas y veinte individuales, Lito Garay es una figura clave del arte santiagueño. En reciente muestra expone: dolor, caos, crítica social y amor por su tierra.

Ángel “Lito” Emilio Garay se define como un tipo común. Le gusta el asado, es hincha de River, disfruta de la compañía de amigos y familia, y hasta confiesa -medio en broma, medio en serio- que si alguien lo llama por su nombre completo en la calle, no se daría vuelta porque es simplemente “Lito”. Pero bastan unos minutos a su lado para advertir que está hecho de otra materia: la sensibilidad lo atraviesa todo. Y eso es precisamente lo que ha convertido a este bandeño en una de las figuras del arte en Santiago del Estero.

Con una larga trayectoria como artista visual, participó en más de 200 muestras colectivas en Buenos Aires, Santa Fe, Tucumán, La Rioja y Santiago del Estero, obteniendo premios en dibujo, pintura y grabado. Este abril, sumó un nuevo hito a su carrera con la inauguración de su muestra individual número veinte.

En una entrevista para LA COLUMNA, el destacado artista nos comenta sobre su exposición y todo lo que atraviesa su trabajo.

Trayectos: caos, espanto y belleza
Rostros desfigurados por el dolor, un cuerpo crucificado. Bestiarios. Collages de dibujos. Identidad, un árbol del que brotan músicos. Eso y mucho más es Trayectos, la muestra reciente de Ángel “Lito” Emilio Garay, inaugurada en la Casa Argañaraz Alcorta. Con veintidós obras compuestas por diferentes estilos, técnicas y estéticas, recorre las múltiples facetas y etapas de su producción artística.

A primera vista, la muestra impacta. Lito Garay pinta la angustia, el pánico y el dolor, lo transforma en materia estética y lo pone frente al espectador. “Quizá la mayoría de la gente prefiere ver una muestra bella, que muestre flores, cosas bonitas. Pero creo que mi destino no está para eso”, declara.
Las obras reunidas expresan el terror, el sufrimiento, el caos y el odio que se vive hoy. Explica que sigue la línea de la escuela del pintor Felipe Yuyo Noé, que establece que tenemos el orden, el desorden y el caos. Primero está todo ordenado, se arma el desorden, se produce el caos y alguna de las fuerzas en conflicto triunfa y vuelve el orden. Eso es la vida. Es orden, desorden, vuelve el orden. Pasamos de todo en esta vida.

Una de las piezas más impactantes, donde se visualiza cuerpos destrozados, caras expresando padecimiento y una inscripción que funciona como una herida abierta: “Nunca más”. Esta pintura, aclara Garay, manifiesta el dolor del terrorismo de la dictadura. Este cuadro no es una excepción, sino la regla. En su trabajo, el desgarro es el resultado de una sensibilidad que se resiste a volverse indiferente: “Me conmueven niños que andan buscando comida en los contenedores. Me duele todo lo que se está haciendo en el mundo, por la ambición del hombre. Todo ese dolor lo siento como propio”, señala. Y es esto lo que busca reflejar en sus pinturas.
Pero no todo siempre es necesariamente negativo y angustiante. En Trayectos hay piezas que hacen alusión a la cultura de Santiago del Estero, donde el autor trata de reflejar su tierra.

Hilitos de belleza, hilitos de fealdad
Lito Garay entiende que el arte no tiene como función transformar la realidad, aunque admite que alguna vez creyó que sí podía hacerlo. En cambio, señala que lo que verdaderamente interfiere en la vida de las personas es la política. Aun así, sostiene que el arte es un símbolo, un hecho político, cultural y social, como lo son la pintura testimonial o las canciones de protesta. Aunque no posea un poder transformador directo, es clave para reflexionar sobre la esfera social y para apreciar tanto lo bello como lo cruel de nuestro mundo.

“La tarea, por ejemplo, de los artistas plásticos es ayudar a transformar el gusto estético a través de una educación por el arte en las escuelas”, comenta. El gusto cambia porque la vida no es estática. Es necesario aprender a usar la imaginación, la fantasía y la creatividad para descubrir que incluso en la fealdad puede haber belleza. Siempre hay hilitos de fealdad que se pueden mezclar con algo bello, e hilitos de belleza que se filtran en lo feo.
Resalta la importancia de educar el gusto. Él mismo ha recorrido ese camino: ha experimentado, ha leído continuamente sobre estética, sociología y otros saberes. Cree que, de esta forma, la gente podría acercarse al mundo plástico con mayor facilidad y con una mirada crítica, reconociendo que, si bien la belleza es subjetiva, eso no impide comprender la expresión artística.
“Yo le puedo explicar a una persona, pero al final van a salir entendiendo la explicación de la pintura, no lo van a sentir a la pintura. Para sentirla hay que caminar todo ese camino de la educación por el arte, saber que en lo feo está la belleza y en la belleza también hay cosas feas”, añade.

Aunque las explicaciones ayudan, Garay confiesa que no podría describir por completo su propio trabajo, y tal vez a muchos pintores les pasa lo mismo. Hay cosas que simplemente surgen. Son cosas del inconsciente y la creatividad, cosas que aparecen que no se tenían pensadas. Eso es la creación.

Una vida dedicada al arte
Si no pinta, escribe. Y si no escribe, piensa. Siempre está en proceso de creación, aunque, confiesa, a veces “las musas no llegan”. Más allá de su versatilidad artística, lo que más lo sorprende de sí mismo es cómo cada disciplina que transita tiene una estética distinta. “Yo eso me preguntaba, ¿cómo una sola persona puede hacer cosas diferentes?... De pronto yo tengo una estética diferente en la plástica, que esta es la del pánico, la del espanto… pero la estética mía en el teatro es un poco más dentro del realismo mágico. He visto gente llorando cuando salía, emocionada, como no lo voy a ver en mis cuadros”.
Su recorrido abarca las artes plásticas, el teatro, la literatura y la gestión cultural. Pero también ha sido docente en escuelas y del profesorado de Bellas Artes. Sus exalumnos lo recuerdan como un tipo generoso, noble, “el que entregó todo”. Y eso, para él, tiene un valor especial: “Eso es mejor que me digan que soy un gran artista”, dice con emoción. A Lito Garay le gustaría ser recordado como una buena persona, más que como un gran artista. Su vida está marcada por el compromiso con el arte, pero también con los otros y continúa dejando un gran legado cultural. Por eso no sorprende cuando, con gratitud, afirma: “Soy feliz, gracias a Dios. Aunque el mundo me duele, aunque muchas cosas me duelen”.

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