27 de noviembre, 2025
Actualidad

El día Mundial para la Prevención del Abuso Sexual Infantil, que se conmemora cada 19 de noviembre, visibiliza una violencia que afecta a miles de niños y niñas. La fecha busca fortalecer la prevención y garantizar la protección en las infancias.

Cada 19 de noviembre, el mundo vuelve a poner el foco en una violencia silenciosa, persistente y profundamente dañina: el abuso sexual contra niños, niñas y adolescentes. No es una fecha simbólica más. Es un recordatorio incómodo, y necesario, de una problemática que atraviesa fronteras, clases sociales e instituciones, y que exige respuestas sostenidas, coordinadas y urgentes.

Aun cuando en los últimos años aumentaron las campañas de concientización, los organismos especializados coinciden en un dato que inquieta: la mayoría de los casos no se denuncia y cuando llegan al sistema judicial, los niños suelen enfrentar procedimientos que, lejos de repararlos, los exponen nuevamente al dolor. Por eso, prevenir es fundamental, pero proteger adecuadamente cuando el daño ya ocurrió es una responsabilidad indelegable.

UNICEF señala que el abuso sexual infantil ocurre mayoritariamente en entornos de confianza: el hogar, la familia ampliada, los espacios comunitarios y los ámbitos donde los chicos deberían sentirse seguros. Las dinámicas del abuso, silencio, amenazas, confusión, culpa y manipulación, hacen que muchas víctimas no logren pedir ayuda de inmediato.

La revelación rara vez es un acto lineal. Requiere tiempo, escucha atenta y contextos que no vuelvan a exponerlos. En ese sentido, organismos internacionales insisten en que el primer adulto que recibe un relato espontáneo es clave: su reacción puede facilitar el camino hacia la protección o, por el contrario, silenciarlo para siempre.

El abuso sexual infantil no es solo una herida personal: es una violación profunda de los derechos de niñas, niños y adolescentes, que surge en contextos donde hay desigualdad de poder, manipulación, secretos y miedo. UNICEF  define este tipo de violencia como una relación desigual en la que la víctima es un menor y el agresor, una persona adulta o incluso un/otra joven, que ejerce presión, engaña o fuerza.

 

 ¿QUÉ FORMAS PUEDE ADOPTAR EL ABUSO SEXUAL?

Entre las manifestaciones más frecuentes, UNICEF señala: exhibiciones genitales, observación de los menores en momentos íntimos (como en el baño), caricias, proposiciones sexuales y, en casos extremos, explotación a través de pornografía o prostitución infantil.  También puede existir manipulación psicológica, chantaje emocional o sobornos, para mantener el silencio.

 

 CÓMO PREVENIR: ESTRATEGIAS ESENCIALES

  1. Educación sobre el propio cuerpo: Es fundamental que niños y adolescentes conozcan y sepan nombrar las diferentes partes de su cuerpo, incluidas las íntimas. El lenguaje adecuado y el autoconocimiento les dan herramientas para protegerse.

 

2. Reconocimiento de emociones y límites: Enseñarles a diferenciar lo placentero de lo que les incomoda, y poner palabras a esas sensaciones, así puedan identificar situaciones de riesgo.

 

3. Secretos buenos vs. secretos malos: No todos los secretos son iguales. UNICEF promueve la idea de que los niños aprendan qué tipo de secretos deben guardarse (los que alegran) y cuáles no (los que generan miedo, culpa o vergüenza).

 

4. Capacidad para decir “no”: Es clave motivar a los menores a que pongan límites: que sepan que tienen derecho a decir “no” cuando algo les incomoda y que no deben guardar silencio si algo no está bien.

 

5. Creación de un clima de confianza: Mantener una comunicación abierta con los niños, escucharlos sin juzgar, responder sus dudas y demostrarles que siempre tienen a alguien de confianza a quien acudir es una de las formas más efectivas de prevención.

 

6. Educación en derechos: Enseñarles que son sujetos de derecho. Saber que no solo tienen un cuerpo, sino derechos sobre él, y que es legítimo hacerlos valer, les da una base sólida para protegerse.

 

7. Crianza no sexista: Adoptar pautas de crianza que no reproduzcan estereotipos de género permite evitar roles que naturalizan la desigualdad y la violencia. UNICEF insta a revisar y deconstruir los mitos sobre la violencia sexual.

 

8. Entornos seguros: Las escuelas, los espacios comunitarios y los hogares tienen que ser lugares donde los niños se sientan seguros. Crear ambientes de protección es parte esencial de la prevención.

 

Los adultos tienen una responsabilidad enorme: no solo deben enseñar, sino también prestar atención a señales de alerta, romper tabúes y mitos, y sobre todo garantizar que si un menor habla, no sea revictimizado.  Según UNICEF, reconocer que la persona agresora puede ser alguien cercano, no es necesariamente un extraño, es clave para cambiar la mirada: no todos los abusadores tienen un perfil obvio.

Además, las escuelas y los docentes deben formarse para detectar signos de abuso y actuar con protocolos claros. Crear entornos seguros dentro del ámbito educativo es una estrategia efectiva para la prevención.

 

UN PROTOCOLO PARA EVITAR LA REVICTIMIZACIÓN

A nivel nacional, la fecha del 19 de noviembre busca reforzar la prevención y recordar las obligaciones que el país asumió al ratificar la Convención sobre los Derechos del Niño. La prioridad es clara: garantizar el interés superior de cada niño, escucharlo y resguardar su integridad física, emocional y psicológica.

Santiago del Estero cuenta con un Protocolo Interinstitucional para la atención de NNyA víctimas o testigos de abuso sexual y otros delitos, elaborados con el acompañamiento técnico de UNICEF y la Asociación por los Derechos Civiles. Su objetivo es simple en palabras, pero complejo en práctica: que ningún niño vuelva a sufrir daño dentro del sistema que debería protegerlo.

El documento reúne pautas de actuación para escuelas, centros de salud, Policía, Fiscalía, juzgados, organismos de niñez y equipos psicológicos. Todo está dispuesto para que las intervenciones sean rápidas, coordinadas y respetuosas. Entre los puntos centrales se destacan:

 

  1. La escucha adecuada: Si un niño revela un abuso, se recomienda no interrogarlo ni pedirle detalles. Solo registrar sus palabras textuales y contenerlo. Cualquier ampliación corresponde a profesionales formados, con grabación y ambiente controlado.

 

  1. La entrevista única: El protocolo dispone una entrevista de declaración testimonial (EDT) realizada en Cámara Gesell o por Circuito Cerrado de Televisión dentro de los 7 a 10 días de la denuncia. El objetivo: que el niño hable solo una vez, en un ámbito seguro y acompañado por especialistas.          

 

 

  1. El examen médico sin demora ni repetición: La revisación debe ser única, voluntaria y realizada por personal capacitado, siguiendo el modelo del Cuerpo Médico Forense. Si pasaron menos de 72 horas, debe efectuarse en centros de salud públicos habilitados; si pasó más tiempo, en el Cuerpo Médico Forense.

 

  1. El trabajo articulado: Escuelas, hospitales y organismos de niñez deben actuar de manera articulada. Cuando hay intereses contrapuestos, por ejemplo, si la familia no quiere denunciar, el Estado tiene la obligación de intervenir.

 

 

  1. La protección integral: La prioridad es evitar el contacto del niño con el agresor, resguardar su salud, preservar su privacidad y garantizar que no viva nuevas situaciones traumáticas dentro del sistema judicial.

 

Pero el compromiso es claro. Cada caso atendido con respeto y diligencia es una reparación posible. Cada niño que encuentra respuesta, es un recordatorio de que intervenir bien puede cambiar una vida.

 

 LA PREVENCIÓN EMPIEZA POR HABLAR

Si un menor expresa que algo no está bien, es fundamental creerle, contenerlo y buscar ayuda. UNICEF recomienda acudir a espacios especializados para atención psicológica, legal y social, sin retraer ni culpar a la víctima.  Además, dar un seguimiento respetuoso sin exponerlo de nuevo al trauma es parte de una respuesta responsable.

Prevenir el abuso sexual infantil no es solo una tarea de los niños, sino de todos los adultos. Educar con respeto, fomentar la comunicación, empoderar a las infancias para proteger su cuerpo, y garantizar entornos seguros son pasos concretos para reducir el riesgo. Pero también hace falta que los adultos estén atentos, dispuestos a escuchar, a desmontar mitos y a actuar sin tabúes: solo así podemos construir una infancia más segura y libre de violencias.

 

Compartir: