Nada como una etapa de pausa para activar la creatividad. Sabrina Coro (30) y Florencia Farías (34) son cuñadas antes que socias. Siempre fueron talentosas y autodidáctas para las manualidades, pero no fue sino hasta la pandemia que decidieron convertir sus habilidades en una fuente de ingresos. Así nació “Tienda Kefi”, un emprendimiento de artículos de decoración en tela y tejidos para el hogar que ya cuenta con su showroom en el barrio Almirante Brown de esta ciudad.

La cuarentena era el momento ideal para el despegue de este proyecto personal en 2020. Si bien el dinero no sobraba y la inversión posible era mínima, estas mamás se centraron en hacer lo posible para que todo funcionara. De antemano sabían que el negocio estaría orientado a la decoración; y era lo más propicio, dado que, con tantos meses de encierro obligado, ¿quién no quería mejorar el espacio que habitaba?

Florencia tenía una vasta experiencia en la costura, heredada de su mamá. Sabía perfectamente cómo armar almohadones muy delicados y sofisticados. Mientras que Sabrina había tomado un curso de tejido en macramé. Y eso era todo lo que necesitaba para crear objetos decorativos, ya que el resto era puro ingenio y creatividad.

A casi cuatro años de que esto empezara, las emprendedoras están enfocadas en alimentar su proyecto para que crezca en distintos aspectos. Comprobaron que consolidarse no es nada fácil en tiempos de incertidumbre económica y sin demasiados recursos para hacerle frente. Pero confían en la calidad de su trabajo y en la honestidad a la hora de definir establecer precios al público.

En diálogo con La Columna, Sabrina cuenta un poco de la historia de este negocio que no descarta algún contar con su propio local. Los desafíos de reinventarse a diario, la coordinación entre compañeras para las múltiples tareas, los aprendizajes constantes y su capacidad para seguir ante cualquier panorama.

-¿Cómo comenzó todo esto?

-Yo antes me dedicaba a la decoración de eventos, de cumpleaños, y mi socia, que es mi cuñada -hermana de mi marido- tenía un laburo estable y ha quedado sin trabajo durante la pandemia, igual que yo. Esto ha surgido de manera muy espontánea porque a mí siempre me ha gustado el tema de las manualidades. Siempre he sido inquieta, siempre he visto videos y me gustaba.

Además, tanto tiempo he estado en la casa durante pandemia, no sabía qué hacer. Así que he decidido empezar a ver qué (materiales) tenía en para hacer algo. Había hilos de colores con los que he empezado a tejer cosas para mi casa.

Tiempo antes, mi socia tenía un emprendimiento de almohadones, pero lo había dejado. Ella sabe coser, su mamá le ha enseñado hace mucho y tiene una máquina, pero nunca lo había explotado como ahora.

En ese tiempo, yo he empezado a hacer unos espejitos, y le he mostrado y ella me pregunta: “por qué no vendes”.  Y ahí he empezado, como de golpe porque hemos decidido que ella iba aportar la parte textil y yo el macramé. Este año vamos a cumplir cuatro en esto.

-¿Qué recuerdan de esos inicios?

-Nosotras hemos arrancado con dos tonteritas, con muy poca inversión, prácticamente nada porque no teníamos. Ahora nos sorprende lo mucho que hemos crecido, cómo hemos ido aprendiendo otras cosas. Ahora vendemos todo lo que textil: mantelería, contenedores, almohadones. Todo lo que sea nuestro lo hacemos a medida y también tenemos para revender otros productos. Yo he hecho un curso básico de macramé y después ya corre todo por la imaginación y todo lo que pueda inventar por su inspiración.

-También abrieron un showroom para la venta directa…

-A los dos años de haber empezado, veíamos que estábamos como muy alejadas, porque cada una vive en su casa, obviamente, y teníamos el stock ahí. Vendíamos solamente por las redes y se nos complicaba el tema de sacar las fotos, más que nada porque ella tenía que traer todas sus cosas, teníamos que armar todo un escenario, era todo un trabajo…

Como mi mamá vive en el barrio Almirante Brown, cerca del cementerio Parque de la Paz, era como un intermedio para nosotras. Ella nos ha ofrecido una habitación  al frente de la casa y ahí hemos armado el showroom, más que nada con la idea de que la gente que quiera ver los productos para comprarlos pueda hacerlo. Así, que hemos logrado tener nuestro lugarcito con la idea de seguir ampliándolo.

-¿Piensan algún día tener su local?

– Sí pensamos en tener nuestro local físico, a la vereda; pero nuestra vida es medio complicada porque las dos tenemos hijos chicos  y producimos nuestras cosas; así que para eso ya veríamos de tener empleados y demás. Por el momento nos arreglamos porque estamos a la tarde y después cada una produce en su casa. Pero, sí, ojalá también podamos tener un local. Y seguir llegando a más gente, a más casas, a más hogares.

-¿Cómo se relacionan con las redes sociales? ¿Las consideran determinantes para las ventas?

-Realmente nuestro fuerte para vender es el internet, Instagram más que nada. Después usamos todas las herramientas que hay ahora. Cada una tiene su WhatsApp como empresa, con el catálogo actualizado.  Y desde el día uno hemos tenido la idea de publicar cada producto con el precio. Y siepre hemos pensado en ofrecer al menor precio posible, tanto lo que revendemos, como lo que hacemos. Que sea un precio justo. Nosotras sabemos que no son productos de primera necesidad, por eso buscamos que sea accesible, que el que quiera cambiar un poco su casa lo pueda hacer.

-¿Qué proyección tienen para “Tienda Kefi” a corto y largo plazo?

-Siempre crecer. Que sea a la par nuestra, de nuestro crecimiento. Queremos aprender más técnicas para hacer otras cosas. Así como yo he empezado con el macramé, hoy también hago velas. Cada una se va poniendo metas nuevas para seguir aprendiendo y seguir brindando otro tipo de servicios. La idea es empezar a capacitarse y recibir asesoramiento también en decoración, porque hay clientes que vienen y nos dicen: “Yo quiero cambiar todo, ¿me pueden dar una mano? Nosotras lo hacemos a nuestro gusto, pero estamos empezando a capacitarnos para hacerlo con teoría, poder brindar también ese servicio.

-¿Qué creen que se podría hacer desde el Estado para dar una mano a los emprendedores?

-Varias veces hemos intentado acceder a algunas ayudas que daban desde el Estado. Porque se nos hace realmente imposible acceder a algunas máquinas que son como más industriales. Nuestro trabajo, al no ser una gran empresa ni tener un gran local, ni una espalda tan grande, nos ha llevado dos o tres veces a intentar acceder y no hemos podido. No digo que nos den algo, sino que haya préstamos que nos permitan acceder a herramientas de trabajo.

También es bueno que se promuevan los emprendimientos. Hemos participado dos o tres veces de la feria, pero la verdad es que  se nos dificultaba el traslado de las cosas, porque son muy delicadas y por ahí no nos terminaba conviniendo. Pero sí creo que son eventos muy importantes para los emprendedores, y saber que se hacen, que están.

Por otra parte, para nosotras es un impedimento el que tenemos frente a las casas de decoración, el hecho de que no contamos con una buena financiación en cuotas. Creo que debe ser algo por lo que todos los emprendedores pasan que, si bien no vendemos cosas que son caras, ya nada es barato, y todo el mundo te pregunta para financiar y frente a las casas que sí pueden hacerlo, nos vemos perjudicadas.

-¿Qué impacto tiene la incertidumbre económica y cómo hacen para sostener el emprendimiento?

-Algo que nos pasa es que, a nosotros nos gusta poner el precio de los productos y que la gente sepa. Te puede parecer caro y no lo compras, o sí. Pero, últimamente es complicado, porque cada dos o tres semanas hay que actualizar, estar muy atentos porque todo sube. Y ahí terminas con lo justo, no digo perdiendo, pero la venta solamente alcanza reponer.

Los materiales con los que trabajamos, la materia prima aumenta mucho. Para dar un ejemplo, yo comentaba hace poco con Florencia que los tapices bien grandes que hago, de 1,20 mts. de ancho por un metro de alto que, generalmente llevan para poner atrás de los sillones, de las camas, yo me acuerdo que hace menos de seis meses lo vendíamos a $9800 algo así, ahora está 18 mil pesos. Ese es el precio que tenemos que ponerle y aun así, no es la misma ganancia de cuando lo vendíamos a $9.800. Y esa diferencia está en todo. En las cosas que revendemos, nosotros le agregamos la menor ganancia posible, porque no nos implica a nosotros un tiempo de trabajo; un tapiz me lleva dos días, tejiendo todo el día.

Tratamos de estar atentas en el sentido de no perder porque después no nos alcanza para reponer el stock. Pero es un trabajo de todos los días. También esto de sacar fotos y subir a las redes con los precios es complicado porque lo hacemos cada dos semanas, más que nada para actualizar los precios. Porque también hay gente que sube de más los precios con la idea de, si no se vende, después lo rebaja. A nosotras eso no nos gusta, siempre hemos puesto el precio justo.

-¿Las dos se encargan de la parte comercial?

-Si, tenemos una división de proveedores. Por ahí ella se encarga más de los suyos, yo de los míos. Y, en lo que son artículos para revender, sí tenemos como repartidas las tareas para que cada una se encargue.

Lo que ha aumentado mucho ahora son los envíos. Antes pagábamos, supongamos $6000 y ahora casi $20.000, cuando nos mandan cosas que son pesadas. Por eso, en principio nosotras absorbíamos lo que era el costo de envío a los clientes, pero ahora hay que considerarlo también. Nos dividimos esa tarea, así cada una se encarga de buscarlo, de preguntar a donde va a llegar y todo lo demás.

Además, yo estoy encargándome más de las redes y, muchas veces Flor se encarga más del tema de los envíos porque tiene auto. Ese es otro tema que por ahí nos replanteamos cada tanto, porque nuestro fuerte son los envíos.

Hemos intentado trabajar con cadete, pero al mismo tiempo es como que uno está tratando de coordinar con el cliente, ser responsable y el cadete no te cumple; entonces, es una rueda que nos deja mal a nosotras y eso no nos gusta. Además, hay muchas cosas que un cadete no lleva. Un tapiz de 1,50 mts. no puede llevarlo, no tiene dónde, hay cosas grandes de madera que tampoco puede trasladar y hay cosas delicadas que se rompen, así que preferimos juntar los pedidos y hacer los envíos para salir con todos. 

-¿Cómo se definirían como emprendedoras?

-Creo que somos positivas, activas y creativas. Hemos sabido seguir adelante. Por ejemplo, nosotras veíamos que, en enero, como todos sabemos es un mes duro, pero uno también se poner eso en la cabeza y se queda con eso: “Este mes no voy a vender nada porque nadie tiene plata, están todos de vacaciones…” Y eso es como que te tira. Nosotras no nos hemos tomado vacaciones y hemos seguido laburando.

Pero no es lo mismo trabajar con esa mentalidad de que no vamos a vender  nada a trabajar pensando que sí lo vamos a hacer. Realmente ha sido increíble porque las dos primeras semanas de vacaciones no nos ha ido bien, pero me parece que también es por pensar negativamente. En la tercera semana, yo digo: “no, no podemos seguir así; vamos a levantar”. Y es increíble cómo hemos vendido en esa semana todo lo que no habíamos vendido antes.

Creo que también pasa por una actitud de pensamiento, creo que eso se transmite; cuando uno tiene los pensamientos positivos y las energías bien puestas en que todo va a estar bien y que se va a vender y que los clientes te van a elegir, es otra situación. Creo que pasa mucho por eso y es un trabajo de todos los días, una manera de vivir; una actitud de todos los días.

Comparte esta noticia