Y San Lorenzo va. Va porque está convencido de lo que juega. Va porque tiene el pecho inflado de confianza. Va porque porque juegue quien juegue la idea no se negocia, como en el triunfo ante Belgrano en Córdoba con suplentes. Va porque no es vistoso, pero es efectivo, letal: ataca y mata. Y va, principalmente, porque sus jugadores están dispuesto a entregar el corazón por su DT y por el escudo.

San Lorenzo va y ya está en los octavos de final de la Copa Sudamericana porque le ganó 2-0 a Independiente Medellín la revancha de los playoffs (de Colombia se había traído un 1-0 a favor) sin contratiempos con dos penales que le hicieron y que convirtió Adam Bareiro. Ahora, lo espera San Pablo en la siguiente instancia de la competencia internacional.

Tomó nota del partido de ida el técnico uruguayo, Alfredo Arias, del DIM y buscó tapar las subidas de los carrileros del Ciclón con sus extremos, Deiner Quiñóñez y Miguel Monsalve, y romper por dentro con sus interiores. Y tuvo unos minutos iniciales en los que agarró a San Lorenzo algo desacomodado. Sin embargo no llegó a hacer más que un par de remates desde afuera y una buena pared entre Luciano Pons y Monsalve.

Por más de que intentó lo contrario, terminó cayendo en el embudo en el que caen casi todos los rivales de este San Lorenzo bravo, hasta el River campeón de Martín Demichelis no pudo penetrar la muralla azulgrana de Ruben Darío. El elenco colombiano tenía la pelota porque el local quería eso, pero lo que no tenía era profundidad.

Todo lo contrario, San Lorenzo. El dueño de casa aprovechaba el campo abierto que le quedaba para contragolpear. Lo hizo por la derecha, encontrando a Malcom Braida por la izquierda. Eso derivo en un tiro de esquina. De ahí llegó un cabezazo de Rafael Pérez que casi termina adentro. De otra pelota larga, Adam Bareiro luchó ante un Jhon Palacios que lo agarró desde que empezó a marcarlo afuera del área hasta que el guaraní lo arrastró hacia adentro a pura potencia. Fue penal bien sancionado por el árbitro brasileño Daronco. Y el propio Bareiro hizo el trueque por el gol que le dio la tranquilidad necesaria a los de Boedo.

Era muy endeble el DIM cada vez que las camisetas azulgranas se lanzaban como flechas para atravesar la mitad de la cancha. Lo notó el Ciclón y en el complemento, lejos de refugiarse cerca de Batalla salió a lastimarlo. Un remate del Perrito Barrios tras un despeje corto del arquero Andrés Mosquera pasó al ladito del palo en lo que pudo ser el segundo.

Con el pasar de los minutos, los locales fueron volviendo a su faceta habitual, esa postura típica de un depredador agazapado, silencioso, esperando en su refugio el momento exacto para saltar a la yugular. Los de Medellín, necesitados de goles para no quedar eliminado, avanzaron aunque con las dificultades con las que se encuentra todo aquel que pretenda meterse en el impenetrable terreno azulgrana.

Y San Lorenzo, cuando vio luz, volvió a mandarse y otra vez lo bajaron a Bareiro, ahora fue José Ortiz. Otro penal y otro grito del goleador guaraní para redondear una llave de playoffs que superó sin problemas.

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