Toda la polémica quedó a un costado cuando el árbitro Pablo Echavarría pitó el inicio y la pelota empezó a rodar en el estadio Florencio Sola. Y desde ese momento, los juveniles de Boca impusieron condiciones en casa ajena y contra rivales mucho más experimentados. El equipo dirigido por Sebastián Battaglia completó un impecable partido y rescataron un empate sin goles ante un Banfield que quedó en evidencia y fue claramente sorprendido.

Las palabras dejaron de fluir y fue la hora de jugar. Mientras el plantel profesional, aislado en un hotel por disposición del Ministerio de Salud de la Nación (la Liga Profesional rechazó el pedido de postergación del cotejo), siguió la acción en una pantalla gigante, las promesas de la cantera xeneize salieron a jugarse la vida y hasta merecieron un poco más en territorio ajeno. Nueve de los once titulares (las excepciones fueron Barco y Fernández) tuvieron su bautismo profesional.

Tras una buena conexión ofensiva que fue de izquierda a derecha, Boca tuvo el 1-0 al minuto 4 mediante un desborde de Mancuso, que cedió atrás para Montes y el volante remató por encima del travesaño. Instantes después avisó el defensor Gabriel Aranda de cabeza con un tiro libre ofensivo que fue por arriba al área. Y más tarde Barco y Escalante armaron un tándem por izquierda que casi da frutos: el punta no pudo conectar su buscapié con un compañero.

El Taladro hizo poco y nada. Apenas un remate de Álvarez, que luego desbordó por derecha y generó la mejor opción del dueño de casa: Pons conectó de cabeza y Lastra desvió de forma providencial. Cuero, muy contenido por los laterales xeneizes, ensayó un tiro de media distancia que murió débilmente en las manos del joven arquero boquense.

Los de Battaglia avisaron dos veces más: gracias a un buscapié de Montes por la derecha que terminó con intento desviado de Escalante (puso mal el pie) y con un zapatazo de derecha de Vega que salió a centímetros del palo izquierdo de Altamirano. La mala para la visita fue la lesión de Ezequiel Almirón, quien sintió un pinchazo en el isquiotibial derecho tras un salto.

Alarmado por el despliegue del adversario y la floja actuación propia, Javier Sanguinetti modificó esquema y nombres de cara al complemento: Barbero y Enrique ingresaron por Ríos y Soñora. Pese a las sustituciones, la tónica del juego no varió. El local no pudo tomar las riendas del juego ni acomodarse nunca a un Boca que no le aflojó nunca al ritmo, más allá de que diez de los once jugadores en cancha habían disputado el encuentro de Reserva ayer por la mañana (ganó el Xeneize 3-1 en el predio de Luis Guillón).

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